Composición del tren
En 2023 el Tren de la Fresa está formado por un furgón y un vagón de los años 60, cuatro coches de madera de los años 20 denominados ‘Costa’, y un coche metálico de pasillo lateral de los años 40.
Recorra por dentro todo nuestro tren.
Coches ‘Costa’
Los coches “Costa” que integran la composición del Tren de la Fresa, fueron parte de una serie de coches construidos para los servicios de cercanías de la Compañía MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante) entre 1914 y 1930. Son coches de madera ya que MZA nunca empleó coches metálicos por considerarlos demasiado calurosos para sus líneas del sur. Están dotados de plataformas abiertas con balconcillo en los extremos. En su origen tenía un sistema calefacción de vapor y alumbrado de gas, que posteriormente fue sustituido por alumbrado eléctrico.
Se denominan así porque entre sus servicios más habituales se
encontraban los de cercanías de la costa catalana: Barcelona a
Mataró, Sitges... Fueron empleados como material de cercanías o
trenes de servicio interno hasta finales de los años 60. En los
años 60 del pasado siglo se salvaron cuatro de estos coches para
su uso en rodajes de películas del Oeste, y gracias a este uso
cinematográfico se han podido incorporar a este tren.
De ellos, el CC-2435 fue construido en 1923 por la Sociedad de
Material para Ferrocarriles y Construcciones para la Compañía MZA.
Cuenta con 92 plazas en asientos de listones de madera,
distribuidos en un único espacio con pasillo central. Por su
parte, el CC-2375 fue fabricado en 1920 por la American Car and
Founfry Export Company, de Nueva York, para MZA. Muy similar al
anterior, es de destacar en este vehículo su techo abultado,
característico de los coches de fabricación norteamericana.
Estuvo adscrito al Servicio Militar de Ferrocarriles, donde
prestó servicio como coche escuela (VE‐6M) y donde fue
restaurado para formar parte, desde 1985, de la composición
habitual del Tren de la Fresa del Museo del Ferrocarril de
Madrid.
Coche de 2ª Clase BB-5045
Este coche formó parte de la Serie 5000 formada por 345 coches,
una de las primeras series de coches metálicos encargados por
RENFE. Construido como coche de 2ª clase en el pedido de 66
coches (BB 5001 a 5066) entre 1947 y 1953, petición que se
completaría con otros 25 coches entre los años 1962 y 1963. Con
estos coches RENFE introdujo masivamente el uso de la 2ª clase,
pues las antiguas compañías ferroviarias prácticamente no las
utilizaban.
La fabricación de la primera entrega de estos coches fue
realizada por Astilleros de Cádiz, Devis y Macosa (Barcelona y
Valencia). Mantiene el aspecto novedoso de su época, con puertas
de acceso más adelantadas hacia el final del coche, y
plataformas más espaciosas. Pintado en color verde oliva con
unas franjas amarillas por debajo de las ventanas y unos
“fileteados” amarillos que enmarcaban los laterales.
Cuenta con un pasillo lateral al que se accede a ocho
departamentos, con ocho plazas cada uno, un total de 64 plazas,
que en origen eran de tapicería en tela, pero fueron retapizados
en la década de los sesenta con escay verde. Este coche fue
modernizado en los años 80 para una fallida exportación de
material a Cuba, de la cual queda una mejora de confort en sus
asientos.
Furgones
Junto a estos coches nuestro tren cuenta con dos furgones de servicio. Por un lado, un vagón de mercancías de los años 60, de la serie J-400.000. Son vagones cerrados diáfanos, en cuyo interior se ha transportado de todo en su larga historia ferroviaria. Productos agrícolas, pescados, piensos, maderas, abonos, maquinaria, ganado… Es un tipo de vagón que define al transporte de mercancías ferroviarias y que en nuestro tren juega el papel de furgón de servicio, energía y taller.
Junto a él, un furgón de la serie DV de Jefe de Tren. Acompañaba a trenes de mercancías y viajeros. Además de poder llevar paquetería, contaba con un pequeño despacho para el Jefe de Tren y sendas jaulas para el transporte de mascotas. Como seña característica, cuenta con dos “vigías”, ventanas que sobresalen de la caja del furgón para que el jefe de tren pueda vigilar el tren a salvo de las inclemencias meteorológicas.