Descubre Aranjuez
El Real Sitio y Villa de Aranjuez, ciudad de la Comunidad de Madrid con más de 50.000 habitantes, ha sido siempre un enclave privilegiado por su proximidad a los ríos Tajo y Jarama. Su relación con el agua le ha permitido ser desde los albores de la historia un lugar codiciado, y su relación con la monarquía española le ha ido dotado de una combinación única de obras paisajísticas, arquitectónicas y artísticas que le sirvieron para ser declarada en 2001 “Paisaje Cultural Patrimonio Mundial” por la UNESCO.
Semblanza histórica
Situamos el origen de Aranjuez en el siglo XIV cuando la Orden de Santiago promueve la construcción de su Casa Maestral a orillas del Tajo. Esta construcción y los territorios anexos pasaron a manos reales cuando Fernando el Católico se convirtió en Maestre Perpetuo de la Orden.
Esta primera vinculación a la realeza impulsará el desarrollo
del lugar, en el que cada monarca fue dejando su impronta,
ordenando espacios y realizando nuevas construcciones. Felipe II
determina que este lugar fuera un “Real Sitio”, creando
espectaculares avenidas arboladas y unos cuidados jardines con
numerosas esculturas y fuentes monumentales. Bajo su reinado se
inició la construcción del Palacio, encargo que asumió el
arquitecto Juan Bautista de Toledo, el mismo que inició el
Monasterio de El Escorial.
En el siglo XVIII la llegada de los borbones al trono, con
Felipe V, aporta un nuevo esplendor para Aranjuez. Fernando VI
inicia la reticulada parcelación del casco urbano, y sus
sucesores Carlos III, Carlos IV e Isabel II, contribuyen a dar a
edificios y espacios el aspecto actual.
En todos estos años, la condición de Real Sitio vinculaba una
ordenanza que prohibía el libre asentamiento de vecinos en esta
localidad. Esa prohibición, que se refrendó a comienzos del
siglo XVIII, fue decayendo con los años, de tal manera que el
primer Ayuntamiento civil, al uso de los existentes en el resto
del Reino, se proclamó de la mano de Napoleón en 1808. La
constitución de 1812 revalidó esta institución, pero la
abolición por Fernando VII de esta Carta Magna lo echó atrás. No
fue sino hasta 1836, con la Regencia de María Cristina, que
trajo la reinstauración constitucional, que el consistorio
arancetano quedó definitivamente recuperado, adscrito a la
provincia de Madrid desde 1838.
Dos hitos históricos a destacar: el motín de 1808, que derivó la
caída del valido Godoy, y la inauguración en 1851 del
ferrocarril Madrid Aranjuez, nuestro Tren de la Fresa.